Y menciona Shakespeare: “¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos?“
Y es que somos todos tan iguales, uniformes, homogéneos, cortados con la misma tijera. Amamos y sufrimos y gozamos de la misma manera. Nos enamoramos, nos desenamoramos, nos idiotizamos de la misma infinita forma.
Y si te enamoras, te hieren. Y si no te enamoras, vives en un eterno estado de frustración.
Y no es que el amar te lleve al sufrimiento, o a la tristeza. No es que para amar debas llevar como encargo la posterior tarea de recoger los pedazos de tu corazón por el camino que anduviste.
El hecho es que, somos tan iguales y predecibles, que adoptaremos como ley la imposición de la subsecuente tristeza y el malaventurado sufrimiento una vez que el amor ha decidido dejarnos en soledad por un tiempo.
Pero no es cierto. Inténtalo. No es cierto.
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