Tenía tantas ganas de ayer hablar contigo, de saber que mi mejor amigo me escuchaba aunque fuera un tema que tal vez no le interesaba. Y es que fue un día estresante; y me imaginé sentada a tu lado, hablando de nuestros trabajos y de cómo nos ha tratado la vida; y después darnos un abrazo grande y fuerte, que llevaría a un subsecuente beso tranquilo.
Lo escribo, y lo vuelvo a imaginar, hasta lo siento!
Pero no me contestaste; y no me entristece, pero me hubiera encantado contaminarte con mis lamentos.
Después te envié un mensaje, y tampoco contestaste. Para este momento ya no sabía si era mas desesperante el estrés acumulado del día o tu ausencia multitecnológica.
En fin, tuve que informarle a mi almohada lo bien y lo mal que me fue durante el día, intentando imaginar la respuesta que posiblemente tu me darías.
Y sabes, tampoco me contestó.
Contesta!!!!
P.
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